van al gimnasio. Etéreos efebos a los que sus progenitoras preguntan si han comido. Ellos dicen que van a ganar músculo, como si exhibir la severidad de sus líneas fuera un concurso. No tener barriga pasados los veinticinco es una ostentación de la geometría humana. Los hombres que apuestan o sufren por la fofez renacentista creen que si por azar de los dioses -Oh Iove- lloviese dentro del gimnasio podrían medir con el pluviómetro el agua estancada entre el esternón y el hombro de los hombres delgados.
Hay bares donde se te quedan los pies pegados al suelo... Hay pubs donde el garrafón tiene nombres extranjeros... Hay discotecas donde el DJ hace la O con un préstamo... Y así nos va...
ResponderEliminarheberlos haylos
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